¡Cuando
maten la selva, tendremos epidemias,
catástrofes
globales,
microbios
y alimañas amazónicas
u
oriundas de Borneo,
medrando
entre nosotros!
¡Cuando
todos los campos
estén
bajo el poder de las corporaciones;
cuando
no queden pueblos milenarios
que
protejan la tierra,
y
hacia el orbe se extienda lo que en la Araucanía
roe
el fuego voraz de los magnates;
cuando
no haya Mapuches ni Xavantes
frente
a las Caterpillar destructoras,
y
en Chiapas los “ezetas” de la estirpe Quiché,
envueltos
en misterio se evaporen,
junto
a su herencia Maya,
ni
crucen los camellos el Magreb calcinante,
cargados
con la sal de los Tuareg viajeros;
cuando
no haya intifadas en Cisjordania, y muera
el
último rebelde del pueblo palestino
en
el gueto de Gaza;
cuando
en Maalula callen, los fantoches sicarios,
la
voz de los que aun saben hablar en arameo;
cuando
a “Occupy Wall Street” lo desocupen
los
dueños de Wall Street y de los bancos,
entonces
vendrá el fin...!
¡Babel
de maquinarias esparcidas
entre
escombros y hollín, hechas chatarra;
metrópolis
fantasmas, en la niebla de gases radiactivos,
tomadas
por asalto, cuando los blatodeos y su especie
por
su salud se impongan,
al
ciego creador de mitos y de dioses:
caínico,
mortal, frankisteniano!
¡Este
planeta azul, que nos dio todo,
como
una gran pupila en el espacio
parpadeará
feliz cuando no estemos;
absorto
en su nirvana de vacuidad esférica
esperará
otro ciclo de actividad tectónica,
que
engendre nuevas formas de vida inteligente,
quizá
con más poesía y menos técnica,
y
otra noción del tiempo
y
de cómo medirlo y compartir las cosas!
Darío Garcia
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