Pintores del horror
Diego
M. Lascano ( El País Digital)
INNUMERABLES
instantes de crueldad humana, destructora de seres y paisajes, fueron
transformados en objetos de belleza por el talento plástico de los
soldados-artistas, tanto en la Guerra del Paraguay como en la Guerra
del Chaco. Papel y carbonilla viajaban junto al fusil y la bayoneta,
mientras la percepción de sus sentidos se exacerbaba más y más por
el toque de clarines, el redoble de tambores y el color de uniformes
y pabellones.
Un
siglo antes de que el trastorno por estrés postraumático (TEPT) y
la reacción de estrés en combate (REC) fuesen definidos y
estudiados, los soldados-artistas ya intuían que plasmar las
improntas de la batalla les proporcionaba un cierto alivio. En sus
trazos elaboraban el duelo por los camaradas caídos y se alejaban
momentáneamente de la tragedia.
TRINCHERAS
SUDAMERICANAS. A lo largo de la primera mitad del siglo XIX, América
Latina se desangró en campañas emancipadoras y luchas fratricidas.
Fue el precio que las nuevas naciones independientes pagaron para
consolidar sus diversas identidades. Luego sobrevino un período de
aparente tranquilidad y progreso material.
Pero
la paz no duraría demasiado. En la cuenca del Plata estallarían dos
conflictos bélicos de inusitadas proporciones, que diezmarían su
población: la Guerra de la Triple Alianza o del Paraguay (1864-1870)
y la Guerra del Chaco (1932-1935). De sus trincheras, pantanos,
montes y desiertos, egresaría una notable camada de artistas. Sin
embargo, sólo un puñado de talentosos lograría sobrevivir.
Eran
pintores de combate, no de caballete.
Fonte:http://www.elpais.com.uy
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