Cuentos glaciales (Contés Glacés, 1974) son 270 cuentos, recopilados por el propio Sternberg, escritos entre 1948 y la fecha de edición. En el prólogo, el autor escribe, con su característico gusto por la provocación: “Escribir una novela de más de 250 páginas está al alcance de cualquier escritor más o menos dotado. Puede hacerse en 25 días a razón de 10 páginas diarias... Escribir 270 cuentos, en su mayoría breves, es otra historia. No se trata de un asunto de ritmo, sino de inspiración: hacen falta 270 ideas. Y eso es mucho”.
Varios de estos “cuentos glaciales” giran, justamente, alrededor de una idea ingeniosa, en la mayoría de los casos muy inquietante. Casi siempre, los microrrelatos pueden considerarse fantásticos o estar dentro de la ciencia ficción (especialmente en los apartados “Los otros” y “Los otros lugares”), pero en todos los casos le pertenecen al fantástico post Kafka, que no usa ni monstruos ni maquinarias perversas ni laboratorios para expresar lo irracional de la existencia humana. Kafka es una influencia; también cierto humor surrealista. Y en cada texto queda clara la desconfianza de Sternberg, su misantropía, su humor negro. A cada relato clásico, como “El reflejo” (sobre el tema del doble), se le van sumando cuentos donde lo disruptivo, en ocasiones lo maligno, es la ciudad, la burocracia, los pasillos, los túneles, las cañerías, las películas, las fotografías: el horror de la deshumanización pero escrito sin solemnidad, con una sonrisa perversa. Salvo, quizá, en los numerosos relatos sobre o situados en trenes (“La estación”, “El último vagón”): no es aventurado afirmar que en estos relatos Sternberg está escribiendo sobre el Holocausto, ya que luego lo hace explícitamente en cuentos como “La cura” (un campo de concentración en un castillo) o el clarísimo “El tren”.
Hay dos relatos en Cuentos glaciales que escapan a la microficción y no sólo por su extensión. Se trata de “El resto es silencio” y “Marea baja”, dos cuentos de casi veinte páginas protagonizados por mujeres extrañas que visitan al protagonista y lo hechizan con mórbido encanto. Las visitantes encarnan a la Muerte, y no parece casual que Sternberg haya incluido en la colección a estos disonantes cuentos extensos, descriptivos, muy poco ingeniosos, desesperantes y de oscura fluidez. La muerte es el gran tema que sobrevuela todos los Cuentos glaciales, incluso los más juguetones, incluso los que se parecen demasiado a ejercicios o borradores, sea en la muerte de una civilización (“La memoria”) o la de un niño (“El juego”). Sternberg se consideraba un cronista del terror en sus formas contemporáneas pero, al menos en Cuentos glaciales, su gran miedo es el fin. O el absurdo de tener que vivir y morir.
Fonte: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4140-2011-01-24.html
"Pouco lido em castelhano" nos diz a autora do artigo e "quase nada em portugues" ousamos afirmar. De Jacques Sternberg, encontramos indicios de sua obra apenas numa coletanea de contos de ficção cientifica editada em Portugal, Coimbra 1959.
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