sexta-feira, 25 de fevereiro de 2011

Los fantásticos barrocos



Reproduzimos resenha de Soledad Platero publicada hoje no Suplemento Cultural do El País - UY  sobre ensaio literário de Carlos Gamerro.


BORGES DECÍA QUE el primer acercamiento en lengua inglesa a Chuang Tzu (800 a.C.) fue el de Oscar Wilde, en el Speaker, en 1889. Mucho tiempo después de que Wilde diera su opinión sobre el "peligrosísimo" autor chino, el propio Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo incluyeron una versión en español de la brevísima historia de la mariposa que soñaba, en su Antología de la literatura fantástica (1965). El texto es conocido: "Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu". Dos oraciones bastan para tener una ficción barroca.
Para Carlos Gamerro, lo barroco puede manifestarse en el nivel de la frase -y ese sería el barroco más reconocible- o en el nivel de la anécdota, pero nunca en ambos. La frase barroca es la que todos entendemos como tal, y sus ejemplos más ricos pueden rastrearse en el Siglo de Oro español -en las complejas construcciones de Góngora o en la ramificada arquitectura de Quevedo-, y descubrirse con vigor renovado en el siglo XX latinoamericano -en la prosa de Lezama Lima y en la poesía "neobarrosa" de Néstor Perlongher, por ejemplo. Pero cuando hablamos de ficción barroca las cosas pueden no ser tan claras.                                        
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