¡Cuánto
dolor en los ojos,
sobre su
cara alargada,
muestra
esa triste mirada
desde un
cuerpo hecho despojos!
¿Soñaría
con rastrojos,
agua
fresca y buena sombra...?
Me mira
y ya no le asombra
si entre
iguales no relincha:
preso a
un carro, por la cincha,
y a un
amo cruel, que lo nombra.
¡Yo sé
que serías feliz
si en
paga de tu jornal
tuvieras
el imbornal
con
abundante maíz...!,
¡pero
humillan tu cerviz
como si
nada valieras,
gentes
de vidas rastreras,
de alma
chica y sucias manos,
que
voraces, cual gusanos,
te
usarán hasta que mueras!
¡Pobre
compañero viejo!
El peso
de tu cabeza
también
carga mi tristeza,
y el
desgarbado reflejo
de tu
imagen, me hace espejo.
¡Quién
cambiara tu destino,
pues sé
que el cuerpo cansino
sobre el
que trota tu alma,
añora un
prado y su calma,
más que
estos versos sin tino!
Darío García, Jaguarão,
13/08/2011.
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